29 feb 2012

CONFIEMOS EN LA FORTALEZA DIVINA EN ESTE NUEVO AÑO SECULAR

CONFIEMOS EN LA FORTALEZA DIVINA EN ESTE NUEVO AÑO SECULAR
En este año secular se hace necesario apoyarse en la fortaleza divina que mana del Dios misericordioso, dado lo que ocurre diariamente en este mundo donde con mucha dificultad se lucha con tenacidad para sobrellevar lo que acontece. En verdad, son la fe y la confianza las virtudes que mantendrán la esperanza viva, por tanto, solo queda decir con fervor religioso: “Señor, tu eres nuestro refugio, nuestra fortaleza, nuestro Dios en quien confiamos.” (Salmo 91 (90):1-2).
En el presente y los días venideros, la lucha será ardua para los decididos a propiciar mejoría en la sociedad. Muchos se sentirán desvalidos e incapacitados ante las adversidades, otros se mantendrán en silencio; más hay que continuar sin desmayar, porque: “La esperanza mantiene firme y segura nuestra alma, igual que el ancla mantiene firme al barco”. (Hebreos 6:19).
Los cristianos comprometidos y las personas de buena voluntad están en el deber de continuar ahora y siempre haciendo todo lo posible por mejorar la condición de vida de los que sufren de enfermedades físicas, mentales y emocionales; proveer adecuada educación al pueblo, neutralizar los actos de violencia, cambiar los corazones de los malévolos y corruptos, apoderar a los pobres, dignificar a los despreciados, hacer justicia a los extorsionados, levantar a los decaídos, reorientar a los extraviados, fortalecer a los débiles de espíritu, contrarrestar el tráfico de drogas peligrosas ; en fin, ayudar a cambiar el estado de inseguridad y maledicencia que socaban la moral, la seguridad y el bienestar de la sociedad.
Es necesario un reavivamiento de la sensibilidad cívica de todo el pueblo sensato. Es indispensable la demostración oportuna y efectiva de la fuerza moral de la autoridad gubernamental, de la justicia y de las fuerzas coercitivas de manera que haya paz y tranquilidad en los habitantes que bien merecen estar en estado permanente de sosiego.
Preciso es la toma de conciencia cívica, la genuina espiritualidad y la decidida voluntad que sirvan para motivar la transformación para un mejor mundo. Es indispensable enfrentar el mal que se impone en la sociedad; pues en forma inusitada hay fuerzas que están dominando grandes sectores de las naciones. Hay que luchar contra estas maldiciones. Por tanto, es vital mantenerse firme, decididos, perseverantes, revestidos de la verdad, la rectitud y la determinación de combatir los males, para no ser enredados en caos, tormentos, inseguridades, exaltaciones emocionales o encadenados en condiciones infernales por tiempo indefinido.
La espiritualidad genuina, la conciencia crítica-positiva y la precisión de la voluntad, son los elementos y las potestades que fortalecen la fe, ensanchan la esperanza y profundizan el amor para consolidar y animar las fuerzas necesarias de los ciudadanos íntegros para hacerle frente a las adversidades que acosan de manera escalada la armonía, la paz, la hermandad y la convivencia en la sociedad.
Es inapelable el esfuerzo para rescatar la sociedad de las manos poderosas de los maleantes, irresponsables, indisciplinados, ambiciosos, corruptos y megalómanos. El bienestar de todos los vivientes es de primordial importancia y esencial para el bienestar social, el respeto a la dignidad humana, el imperio de la justicia y el pleno disfrute de los derechos humanos. Luchemos pues en este nuevo año para anular las “malignas fuerzas (espirituales) que tienen mando, autoridad y dominio sobre este mundo oscuro.” (Efesios 6:12).

Telésforo Isaac
Obispo Emérito Iglesia Episcopal/Anglicana
Santo Domingo, República Dominicana.

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27 feb 2012

“LA PLOMADA DE RECTITUD Y JUSTICIA” Por Telésforo Isaac

En el Siglo VIII, antes del cristianismo, Amós profetizó al pueblo de Israel usando la plomada que, según él, Dios usaba para ver cómo es de recta la conducta del pueblo, y para medir la profundidad de la crisis de la justicia, la corrupción, la violencia y la insensibilidad que prevalecía en el reino. En el Siglo VIII, antes del cristianismo, Amós profetizó al pueblo de Israel usando la plomada que, según él, Dios usaba para ver cómo es de recta la conducta del pueblo, y para medir la profundidad de la crisis de la justicia, la corrupción, la violencia y la insensibilidad que prevalecía en el reino.

La plomada es uno de los instrumentos que los albañiles usaron desde tiempos inmemoriales para rectificar la línea vertical de una pared, y se usaba también para medir la profundidad de las aguas.

Amós, el pastor de ovejas y recogedor de higos silvestres, se propuso decir a los gobernantes y la clase pudiente de Israel, que Dios estaba examinando su conducta de inmoralidad, de injusticia y de abuso contra los pobres del pueblo.

En la forma sencilla de los maestros y profetas hebreos, el profeta Amós usó el ejemplo simbólico de la plomada del albañil para hablar acerca del juicio de Dios sobre los dirigentes de Israel. Él decía a nombre de Dios: “Oigan esto, ustedes que oprimen a los humildes y arruinan a los pobres del país… ustedes han convertido la justicia en veneno y el fruto de la justicia en amargura.” (Amós 6:12b).

La visión del profeta Amós y su interpretación del juicio de Dios llevado a cabo con la plomada, tiene vigencia hoy en este país. Mucho de lo que sucede ahora es parecido o idéntico de los tiempos del profeta. Hoy como ayer hay debilidades en el comportamiento de los deberes. Es obvia la carencia de rectitud, disciplina, moralidad, apego a las buenas costumbres y a los principios de la ética.

Entre nosotros prevalece hoy de manera desvergonzada: prevaricación; violaciones familiares; tráfico de influencia; uso y abuso de estupefacientes; incumplimiento de los derechos humanos; pugnas de grupos religiosos; desavenencias entre políticos; irrespeto a las leyes y desentendimiento de las virtudes.

Amós enfrentó a los dirigentes de Israel y enfatizó que “nadie escapa del juicio del Señor.”

Hoy como ayer, imperan las usurpaciones de lo ajeno.

Hoy como ayer, hay grupos que llevan una vida fácil a costillas de los menesterosos o del Estado.

Hoy como ayer, hay los que viven confiados en su poder, influencia, imposición política, social y económica.

Hoy como ayer, hay los que reciben sobornos para hacer arreglos contra el fisco.

Hoy como ayer se trata de desvirtuar las voces moralizantes.

Hoy como ayer, hay quienes les importa la ruina del país mientras están en el poder o en lugares de privilegio, ostentando que son los verdaderos nacionalistas, los puros de conciencia cívica, los llamados a servir al país, pero en verdad se sirven a sí mismos y a sus allegados y amigos.

Las profecías de Amós deben ser tomadas en consideración, ya que la plomada cuelga sobre nuestras cabezas y seremos enjuiciados por la historia y por Dios; esto es así, porque viene desde arriba ese instrumento divino para ver la rectitud y la justicia, para conocer la profundidad de la inconducta y las faltas graves que se cometen o se permiten cometer.

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