23 mar 2011

SALIENDO DE LAS CAVERNAS RELIGIOSAS

Escrito por: DR. Jairo De La Cruz

“Hay tanto de bueno en el peor y de malo en el mejor, que es absurdo condenar a nadie” (proverbio hindú)

Quiero comenzar la exposición de este tema citando del capítulo 7 del libro la Republica de Platón la alegoría de las cavernas.

El libro VII de la República comienza con la exposición del conocido mito de la caverna, que utiliza Platón como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento.


El mito de la caverna

I - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza. Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas. 

- Ya lo veo-dijo.

- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.

- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!

- Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?

- ¿Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?

- ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?

- ¿Qué otra cosa van a ver?

- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?

- Forzosamente.

- ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?

- No, ¡por Zeus!- dijo.

- Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.

- Es enteramente forzoso-dijo.

- Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera de alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?

Mucho más-dijo.

II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra .?

- Así es -dijo.

- Y si se lo llevaran de allí a la fuerza--dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?

- No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.

- Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.

- ¿Cómo no?

- Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que. él estaría en condiciones de mirar y contemplar.

- Necesariamente -dijo.

- Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.

- Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.

- ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?

- Efectivamente.

- Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?

- Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.

- Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?

- Ciertamente -dijo.

- Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?.

- Claro que sí -dijo.

Esta alegoria platonica impacto mi vida, pues somos muchos los que en un momento determinado viviamos una vida cristiana entre las cavernas.

Durante muchos años fui un prisionero de la ignorancia, segado y esquivando golpes de todas direcciones. Como en la alegoría de las cavernas, cada vez que alguien quería conducirme a la luz me molestaba. Dentro de las cavernas solamente podía ver prohibiciones (no aretes, no mujeres con pantalones , no desrizado, no puedes ir al cine, no puedes ir al gimnasio, no puedes tomar vino, no puedes ir eventos que no sean del concilio, ect.) 

En una de mis obras inéditas yo describo esta etapa de mi vida de la siguiente manera.

ENCONTRAR EL CAMINO...

“Mi espíritu está abatido y vivo en dos mundos: Mi mundo exterior y mi mundo interior. Más no siento paz. En mi mundo interno, mi alma mora en tinieblas de mentiras que yacen en las profundidades de mis pensamientos ocultos. Encadenado y cautivo deseo alcanzar mis sueños, olvidar mi dolor y poder perdonar, pedir perdón y perdonarme a mí mismo. Pero... ¡No puedo! Voces silenciosas surgen sin control y me dominan. Quiero y no puedo, puedo y no quiero. Y es que me siento diferente a otros. Siento que no tengo un lugar especial donde reposar, un lugar donde pertenecer. Siento un vacío de algo que he perdido o que debo encontrar. Me siento inseguro con otras personas porque creo que no me aceptan aunque me demuestren lo contrario. Por eso a veces me doy sin condiciones y llego a perder mi dignidad. Es que en el fondo, solo quiero que me acepten, porque he tenido tantas experiencias dolorosas en mi andar por el mundo que necesito amar y ser amado. He rodado por caminos de pecado porque en el fondo buscaba olvidar pensamientos que me torturan y he querido vengar el daño que me han hecho. Mis emociones cambian sin que yo pueda dominarlas y vivo entre la angustia, la ansiedad o la depresión. Emprendo cosas pero no puedo terminarlas; siento que soy insignificante porque no tengo propósito en esta vida. 

¿Qué Dios es este, que necesita que me cohiba de todo para poder amarme y no condenarme en el infierno? Me invade la frustración por no poder hacer justicia contra la vida que me ha quitado tantas cosas, contra aquellos que se ríen de mí y que amé, pero que destruyeron mi vida. Intento levantarme, salir de lo que he caído y que me destruye lentamente así como a los que me rodean, pero... no puedo. Entonces vuelvo a refugiarme en mis pecados que me envuelven en un círculo vicioso y me esclavizan, y oigo las voces silenciosas que me confunden. No sé que camino seguir. Y pasan los días pasa el tiempo y mis fuerzas internas se agotan. Todo lo he intentado, no hay esperanza. Soy esclavo de mi pasado, soy esclavo de mis ideales inalcanzables de un futuro que no será. Olvido vivir mi presente porque no sé como amarme, por eso no puedo amar a otros.”

Auto estima entre creyentes

¿Por qué, pues -nos preguntamos -, hay tantos cristianos sinceros y hasta fervientes que tienen una pobre imagen de si mismos, una auto estima deficiente, y se sienten presos de miedos y culpabilidades paralizantes que les amargan el sabor de la vida? Una de las razones puede ser que no nos acabamos de creer que poseemos una dignida y una valia intrinseca e inalienable como seres humanos falibes y creados a imagen y semejanza de Dios, participe de la naturaleza divina, hermanos del hijo del hombre, templos de Espiritu Santo, llamados a construir el Reino y a contemplar a Dios cara a cara. Ect. 

Todo esto lo apcetamos nocionalmente, pero no visceralmente. Viceralmente y no siempre concientemente, tendemos tal vez a creer lo opuesto: que, marcados por el pecado original, somos auténticos pozos de maldad, merecedores de castigos eternos, y que, a los ojos purisimos de Dios, como le decia a Job uno de sus amigos, no somos mas nada sino gusanos.

Los pulpitos cristianos están llenos de víctimas (y a veces también verdugos) de la neurosis eclesiogenica. Con una concepción de Dios, y de nuestra relación con el, que hace que el pueblo se sienta como gusanos en vez de hijos. Es la imagen deshumanizante de un Dios sadico y legalista, policia, juez, verdugo, tirano implacable capaz de hacer sufrir a sus hijos- y a su hijo- para satisfacer su majestad ultrajada.

Esta espiritualidad terrorista que favorece también un perfeccionamiento neurotizante, por estar cargado de exigencias excesivas y poco realistas de perfecion. Estos religiosos proponen una imagen tan idealizada e inalcanzable de lo que es una vida de piedad, que genera insatisfacción crónica e infundada con uno mismo, pues incapaz de dar la talla no acabamos nunca de perdonarnos.

J.M. Fernández- Martos, psicoterapeuta y jesuita, en su articulo “la iglesia ¿realidad patógena o psicoterapeutizante?, se pregunta ¿Por qué sera relativamente frecuente que bastantes de las personas que expresan su proceso de perdida de la fe lo hagan simultaneo y coincidente con el de una mayor maduración humana? En otras palabras, hay personas que habiendo alcanzado un punto de mayor maduración humana, se enfrentan a creencias que les fueron inoculadas en su infancia religiosa, las encuentran limitadoras y deshumanizantes y tienen la valentia de rechazarlas.

Pero hay otros que no se atreven a cuestionar las creencias religiosas en las que fueron indoctrinados, aceptándolas indiscriminada y acríticamente. Por eso es tan importante identificar y, desenmascarar esas creencias espureas y patogenas. Yo como el teólogo español Juan Aria no creen el Dios que los sectarios presentan. Cito las palabras del teologo español que dijo:

Yo nunca creeré en:
El Dios que “sorprenda” al hombre en un pecado de debilidad
El Dios que condene la materia
El Dios que ame el dolor
El Dios que ponga luz roja a las alegrías humanas
El Dios mago y hechicero
El Dios que se hace temer o no se deja tutear
El Dios que se haga monopolio de una iglesia, de una raza, de una cultura o de una casta
El Dios que juega a condenar
El Dios que “manda” al infierno por cuarquier cosa
El Dios incapaz de perdonar lo que muchos hombres condenan
El Dios incapaz de comprender que los niños deben mancharse y son olvidadizos
El Dios que exija al hombre, para creer, renunciar a ser hombre
El Dios a quien no temen los ricos a cuya puerta yace el hambre y la miseria
El Dios al que adoran los que van a la iglesia y siguen robando y calumniando
El Dios que no supiese descubrir algo de su bondad, de su esencia, allí donde vibre un amor por equivocado que sea.
El Dios que condene la sexualidad
El Dios para quien fuese el mismo pecado complacerse con la vista de unas piernas bonitas que calumniar y robar al prójimo o abusar del poder para medrar o vengarse.
El Dios morfina para la reforma de la tierra y sólo esperanza para la vida futura
El Dios de los que creen que aman a Dios porque no aman a nadie
El Dios que dé por buena la guerra
El Dios que pretenden que el cura rocíe con agua bendita los sepulcros blanqueados de sus juegos sucios
El Dios que negase al hombre la libertad de pecar
El Dios a quien le falte perdón para algún pecado
El Dios que aceptase y diese por bueno todo lo que los curas decimos de El
El Dios que ponga la ley por encima de la conciencia
El Dios que prefiera la pureza al amor
El Dios que no pueda descubrirse en los ojos de un niño o de una mujer bonita o de una madre que llora
El Dios que se case con la política
El Dios que aniquilara para siempre nuestra carne en lugar de resucitarla
El Dios que aceptara por amigo a quien pasa por la tierra sin hacer feliz a nadie
El Dios que al abrazar al hombre aquí en la tierra no supiera comunicarle el gusto y la felicidad de todos los amores humanos juntos
El Dios que no se hubiera hecho verdadero hombre con todas sus consecuencias
El Dios en el que yo no pueda esperar contra toda esperanza.
Y yo añado:
El Dios que por que una mujer use un pantalón la mandara al infierno
El Dios me cohíbe al hombre de gozar de la tierra que el creo
El Dios que dice: (no aretes, no mujeres con pantalones, no desrizado, no puedes ir al cine, no puedes ir al gimnasio, no puedes tomar vino, no puedes ir eventos que no sean del concilio, no puedes bautizarte sino estas legalmente casado, ect.) 

Sin lugar a dudas en las cavernas religiosas las personas se siente llene de sentimientos de culpabilidad. WW. Day dijo: De todas las zonas erróneas del comportamiento, la culpabilidad es la mas inútil, la que despilfarra mas energía emocional, por que te sientes inmovilizado en el presente por algo que ya paso.

La Misoginia eclesial

La misoginia (del griego μισογυνία; 'odio a la mujer') es la aversión u odio a las mujeres o la tendencia ideológica o psicológica que consiste en despreciar a la mujer como sexo y con ello todo lo considerado como femenino.

Comúnmente se confunde a la misoginia con una forma extrema de sexismo y aun de machismo: la misoginia no consiste en ser partidario del predominio del hombre sobre la mujer, sino en pensar que el hombre debe liberarse de cualquier tipo de dependencia del género femenino. La mujer, y como consecuencia la concepción y la familia, son consideradas como aberrantes y rechazables, o en todo caso, tal vez buenas o necesarias para otros, pero no para uno mismo.

Veamos algunas declaraciones de los líderes históricos acerca de la mujer.

Orígenes dijo: “es impropio de una mujer hablar en una asamblea, diga lo que diga. Aun que pronunciara cosas admirables o santas, no importa, ya que provienen de la boca de mujer”
El acto penitencial desde la mujer latino americana (1995) dice asi:

-De la tradición de Tertuliano que nos llamo a las mujeres “puertas del demonio” y dijo que debíamos estar siempre de luto y en arrepentimiento para que pudiéramos expiar la ignominia del primer pecado… LIBRANOS DIOS.

-De la tradición Clemente de Alejandría que dijo que “nada es desgraciado para los hombres, ya que están dotados de razón; en cambio, solo reflexionar sobre la naturaleza de la mujer trae vergüenza” …LIBRANOS DIOS.

-De la tradición de sirilo de Alejandria, que dijo que “el sexo femenino es la diaconisa de la muerte y es particularmente deshonrado por Dios.. LIBRANOS DIOS

-De la tradición de Juan Damasceno, que describió a la mujer como “,a avanzadilla del infierno”… LIBRANOS DIOS

-De la tradición de Ambrosio que dijo que no cree es mujer, y asi debe ser nombrada por su sexo; la que cree, progresa hacia el ser masculino perfecto y, a la medida de la madurez de Cristo, se dispensa con el nombre de su sexo… LIBRANOS DIOS.

-De la tradición de Tomas de Aquino, que dijo que las mujeres son hombres mal nacidos, son útiles solo para la procreación… LIBRANOS DIOS.

TEXTOS ESPUREOS QUE TIENEN LAS MUJERES MINISTERIALMENTE EN LAS CAVERNAS

Son aquellos que se consideran añadidos tardíos o posteriores a los originales. Es decir, son textos ajenos o falsos, que se añadieron al margen en forma de glosas años después por algún escriba, y que más tarde a través de copias nuevas, para restaurar el manuscrito original y deteriorado, se añadieron dentro del texto original.

Este tipo de acción, ha demostrado que el copista plasmó en el texto una explicación ajena al contenido y en ocasiones prejuiciosa en contra de las mujeres.

SARGAMOS DE LAS CAVERNAS DEL LEGALISMO

La vida cristiana es, primero que nada y sobre todo, una relación y no un montón de reglas! Un amplio rango denominacional les dan prioridad a las reglas, estándares estrictos y dogmas tradicionales. 

El legalismo es un asesino, pero la gracia es sanadora. El legalismo provocó que el apóstol Pablo clamara “oh Gálatas insensatos”. 

El diccionario de la Real Academia Española ofrece dos definiciones de “Legalismo”:

1. Tendencia a la aplicación literal de las leyes, son considerar otras circunstancias. 

2. “Formalidad o requisitos legal que obstaculiza o impide el eficaz funcionamiento de algo”.

3. En teología la doctrina de salvación a través de buenas obras. 

El diccionario de términos religiosos dice: El legalismo es:

1. Énfasis en la letra, más que en el espíritu de la ley.

2. Creer en la salvación por la obediencia a la ley, más que por la gracia de Dios. 

3. El legalismo solo exige que se cumpla la ley. 

En su libro el despertar de la gracia, Chuck Swindoll escribe:

“El legalismo es una actitud, una mentalidad que se basa en el orgullo, es la adecuación obsesiva a pautas artificialmente establecidas con la finalidad de “Agrandarse” ante los demás…Lo que el legalismo dice es: “porque hago esto, o porque no hago aquello, estoy agradando a Dios”. 

Cualquier estándar es una ley, y el apego a una ley para obtener, ganar o mantener la aceptación de Dios es una violación directa a la gracia, eso es legalismo.

El legalismo cristiano es tratar de obtener, ganar o mantener la aceptación de Dios, o tratar de alcanzar el crecimiento espiritual, por medio de guardar un código o estándar de desempeño, ya sea escrito o tácito. 

El legalismo es un callejón sin salida que disminuye la vitalidad espiritual, roba nuestro gozo, apaga nuestra pasión por Dios y lleva mucha gente a la represión (Mateo 11:28-30 dice:

"Venid a Mí, todos los que Estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de Corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. 30 Porque mi yugo es Fácil, y ligera mi carga."

CARACTERISTICAS DEL ESPIRITU LEGALISTA

1. Hace énfasis exagerado en la forma externa. Mateo 23:24-25; 1 Samuel 1:13-14.

2. Tiene sentido de temor y condenación. 

3. Tiene una actitud de juicio u orgullo. 

4. Tiene un legalismo opresivo.

5. Tiene una necesidad de comprender a Dios. 

6. Tiene un énfasis indebido en la tradición. Mateo 15:2-3; Isaías 29:10-13.

El texto hebreo lo llama “Espíritu de tardemac” lo cual significa “Trance o profundo sueño”. 

Este espíritu hipnotiza, emborracha y ahoga sus victimas en un laberinto religioso. 

Descripciones de una persona religiosa

1. Siempre busca gracia y victoria (redención) y nunca lo logra. 

2. Hace obra de justicia, pero nunca siente la aprobación de Dios. 

3. Siente que la gracia de Dios se le escapa luego que el culto ha terminado. 
4. Va a la iglesia, pero sale cansado.

5. “No ve y no oye” el rema de Dios en el culto.

6. Es seducido por lujuria y mamón (dinero)

7. Se siente esclavo del pecado. 

Brujería en el legalismo

En el N. T. la palabra brujería y hechicería vienen de la misma palabra griega Farmakeia, y puede significar, envenenamiento, practica de artes mágicas, hechizo. 

Gálatas 5:7 Pablo dijo: Corríais bien. ¿Quién os Estorbó para no obedecer a la verdad? Nótese que él dijo quien y no que. 

Cuando algunas personas entran a su vida, ellas no solo traen sus cuerpos, también traen sus espíritus. La palabra “estorbó” en griego es Farmakeia, o sea, que Pablo dijo: ¿Quién los hechizó, quién los embrujó? Por medio del legalismo. 

El legalismo es una mentira contraproducente que mantiene a la gente en cautiverio. 

Brennan Maning dice en su libro (el evangelio de los andrajosos). El Dios del cristiano legalista a menudo impredecible, errático y capaz de toda suerte de prejuicios. Como ve a Dios de esa manera, el legalista se siente impulsado a involucrarse en algún tipo de magia para apaciguarlo (cilicio, ayuno) Corintios 4:1-2 dice: Por esto, teniendo nosotros este ministerio Según la misericordia que nos fue dada, no desmayamos. 2 Pero rechazamos los tapujos de vergüenza, no procediendo con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino que, por la clara Demostración de la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios.

La herencia tradicional del legalismo 

Lo primero que nos llega a la mente cuando pensamos en tradicionalismo es la resistencia al cambio. La palabra “Tradición” viene de dos palabras latinas que unidas significan “heredar, pasar a otro”. 

Funciona así: La generación anterior identifica las cosas que piensa que son importantes y se las pasa a la siguiente generación para que las guarde.

Perfil de la iglesia legalista

1. Tiene reglamentos y dogmas adicionales a la Biblia (no desrizado, no salón, no cine, no TV no gimnasio, etc.).

2. Poco conocimiento bíblico de sus líderes. Oseas 4:6

3. Son guiada por sueño, profecías, visiones y dogmas.

4. Falta de organización.

5. Se predica y enseña la inseguridad de la salvación.

6. Sus miembros son personas amargadas, ociosas, chismosas y calumniadoras.

7. El espíritu de jueces opera en el pueblo. 

Los partidarios del legalismo gastan una gran cantidad de tiempo concentrándose en el pecado de los demás. 

Un principio bíblico inviolable es que nos parecemos al dios (Dios) que adoramos, aunque los legalistas que juzgan a otros creen que adoran al Dios de la Biblia, en realidad no lo hacen. El legalismo crea un propio dios- un dios duro, estricto, que mata y que esta lejos de su creación. 

Perfeccionismo:

• Vivir con temor al fracaso.

• Tener miedo de irme al infierno por no haber guardado las leyes de Dios a la perfección.

• No ser capaz de aceptar la gracia de Dios porque pienso que necesito ser castigado (aunque Jesús diga que mis pecados fueron “totalmente pagados” en la cruz).

• Estar obsesionado con hacer todo a la perfección y por mantener las cosas en su exacto orden.

• Ser meticuloso.

• Tener expectativas irracionales de perfección en otros. 

• Enojarse con quienes convivo cuando irrumpen en mi mundo limpio y ordenado. 

• Castigar a los otros cuando no son perfectos. 

• No ser capaz de experimentar gozo y satisfacción, a menos que yo haga algo absolutamente perfecto. 

Soberbia y prejuicio:

• Pensar que soy más espiritual, devoto, humilde y consagrado que los demás.

• Pensar que mi iglesia, mi denominación o grupo es mejor que los demás.

• No estar dispuesto a relacionarme con quienes son diferentes (tener un espíritu independiente, separatista o de aislamiento).

• Elevar mis opiniones religiosas a la categoría de convicciones inflexibles (por ejemplo, la versión “oficial” de la Biblia que se debe usar).

• No estar dispuesto a ceder en mis opiniones religiosas con el fin de promover el amor, la paz y la unidad entre verdaderos hermanos(as) en Cristo. 

• Tener dificultades para admitir que estoy equivocado, sentir que siempre debo tener la razón, y tratar de demostrarles que la tengo. 

• Ser intolerante con personas de otras razas y de otros grupos sociales o económicos. 

Juzgar a otros:

• Tener un espíritu crítico ante los diferentes estilos de adorar, de música, de predicar, de vestir y demás; estar siempre listo para criticar y juzgar. 

• Juzgar a otros (atacar sus motivos y su carácter).

• Hablar mal de ministros u otros líderes cristianos (sean los propios o los de otras iglesias u organizaciones).

• Ser intolerante con quienes difiero (no estar dispuesto a escucharlos en la radio o la televisión, ni a leer sus libros y demás).

• Vivir con una mentalidad basada en quien tiene la culpa.

• Etiquetar a los demás, colocándolos en diferentes categorías religiosas, e ignorarlos. 

Persistencia enfermiza:

• Ser rígido con las creencias en las que otros cristianos sinceros están en desacuerdo.

• Aferrarse a las tradiciones de la iglesia que no están basadas en la Biblia y que no ayudan a alcanzar a la generación actual con el Evangelio. 

• Ser obstinado y tener mucha resistencia a las innovaciones que introducen los lideres de la iglesia. 

• Ser cerrado en mi manera de pensar; no estar dispuesto a aceptar nuevas ideas, y a veces ni siquiera a escucharlas. 

Poder y dominio:

• Usar la culpa (culpar a otros de lo que piensan, hacen o dicen) y la vergüenza (y avergonzarlos) como táctica para obligar a los demás a hacer lo que yo quiero. 

• Esperar o exigir que otros asistan a cada reunión de la iglesia, este en cada evento, etc. 

• Controlar a los demás por medio de una personalidad fuerte; utilizar la persuasión, el temor o la intimidación. Ser prepotente. 

• Experimentar una fuerte ansiedad cuando no puedo estar en control.

• Encontrar seguridad en reglas, normas y estándares, en lugar de descansar en el Señor.

• Estar más preocupado por controlar a los demás que por ejercer dominio propio.

• Tener el impulso de obtener posiciones de poder con el fin de obtener el control y cumplir con mis planes. 

• Sentir una responsabilidad enfermiza por la vida y el bienestar de los demás. 

Vivir sin placer:

• Vivir una vida insípida, de deberes y obligaciones.
• Sentirse culpable por experimentar placer o procurarlo de manera secreta. 
• Ser incapaz de descansar y relajarse. 
• Sufrir de adicción al trabajo.
• Ser fuertemente atraído por (o ceder a) sustancias ilegales, sexo ilicito, pornografía y demás, con el fin de escapar o encontrar un poco de gratificación.
• Sentir y vivir como si el dolor, el sufrimiento, la privación y el abusar de mi mismo fuera más espiritual que disfrutar las cosas buenas que Dios me ha dado.

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17 mar 2011

HACIA UNA CONSTRUCCION DEL PENSAMIENTO TEOLOGICO DOMINICANO

Una necesaria aclaración al artículo-reacción del Lic. Tomás Gómez Bueno a una publicación de mi parte

Héctor B. Olea C.


La semana pasada mi hermano y amigo Tomás Gómez Bueno hizo de público conocimiento un artículo-reacción de su autoría, en el cual sugiere algunos correctivos a un ensayo que publiqué el pasado mes de diciembre. El ensayo en cuestión tiene como título “Hacia la construcción del pensamiento teológico dominicano, algunas perspectivas”.

Este trabajo lo publiqué originalmente como una nota en mi cuenta de Facebook el domingo 5 de diciembre (el enlace es el siguiente: http://www.facebook.com/profile.php?id=1826843831&sk=notes&s=50). 

Posteriormente, el miércoles 8 del mismo mes, lo publiqué de manera íntegra en mi blog “Estudios bíblicos y teológicos académicos” (http://www.benjaminoleac.blogspot.com/), cuyo enlace es:http://www.benjaminoleac.blogspot.com/2010/12/hacia-la-construccion-del-pensamiento.html

Antes de seguir quiero manifestar mi sincero agradecimiento al Lic. Tomás Gómez que tuvo la gentileza de hacerme saber de la publicación de su artículo-reacción al trabajo publicado previamente por mí.

Ahora bien, confieso que cuando recibí y comencé a leer el artículo de cuatro páginas del Lic. Tomás Gómez Bueno, mi original intención era la de reaccionar punto por punto a dicho artículo; sin embargo, al llegar a la última parte de referido artículo (página 4), lo que leí me sorprendió, me dejó pasmado, y me hizo cambiar de estrategia.

Decidí obviar la mayoría de los cuestionamientos que hace el Lic. Tomás Gómez Bueno de mi trabajo (aunque estoy listo para responderla una por una), para concentrar mi reacción en cuestionar, a partir de dos hipótesis, las dos principales premisas que llevan al Lic. Gómez Bueno a sostener que mi trabajo está “desenfocado”.

Las dos hipótesis sobre las que baso mi reacción son:

Primera hipótesis: El Lic. Tomás Gómez Bueno confunde el papel de la misión como tema central de un trabajo de reflexión teológica, con el papel de la misión como especie de “eje transversal” que subyace, que se da por sentado en el trasfondo, meta y proyección de toda reflexión teológica.

Segunda hipótesis: El Lic. Tomás Gómez Bueno incurre en un error (¿mentira?) garrafal al afirmar que la palabra “misión” ni siquiera aparece en mi trabajo. 

Habiendo definido mi estrategia, paso a analizar las dos hipótesis planteadas.

I) Análisis de mi primera hipótesis:

«El Lic. Tomás Gómez Bueno confunde el papel de la misión como tema central de un trabajo de reflexión teológica, con el papel de la misión como especie de “eje transversal” que subyace, que se da por sentado en el trasfondo, meta y proyección de toda reflexión teológica».

En la página 3 de su artículo-reacción, el Lic. Tomás Gómez Bueno, se expresa sobre mi artículo en los siguientes términos: “es un trabajo importan¬te y que indudablemente aporta, aunque considero tiene problemas de enfoque que es lo que estoy tratando de destacar.”

Pero, ¿por qué “desenfocado”? Citando a Orlando Costas, el Lic. Tomás Gómez Bueno afirma: “La misión como madre de la teología nace de la Palabra de Dios viviente al cruzar las múltiples fronteras de la historia para crear una nueva humanidad. La teología es por esencia misionológica. La misión da nacimiento a la teología en la medida que produce una comunidad misionera fiel y obediente para quien la búsqueda del conocimiento se convierte en una vocación perenne”, (Costas, 1986).”

Entonces, ¿Es desenfocada una reflexión teológica que no tenga como tema central la “misión de la iglesia”, misión de la iglesia que hunde sus raíces en la llamada «misio Dei»?

Me parece que el Lic. Tomás Gómez Bueno confunde el hecho de que la misión sea el enfoque central de algún determinado ensayo teológico, con el hecho de que la “misión” como especie de “eje transversal”, esté en el trasfondo, aspiraciones y proyecciones de toda reflexión teológica.

Llevando al extremo la premisa del Lic. Tomás, habría que decir que, por ejemplo, la enseñanza de los idiomas bíblicos carece de importancia en las universidades, institutos, seminarios y otras instituciones donde se imparten estudios bíblicos y teológicos. Los estudios de los idiomas bíblicos estarían desenfocados, pues si bien son indispensables para darle el debido soporte exegético a la concepción bíblica de “misión”; sencillamente, repito, están “desenfocados”, pues no se relacionan de manera directa con la misión de la iglesia, ni en lo inmediato la tienen como objeto de estudio. 

En consecuencia, habría que restarle importancia a la inversión de tiempo y energía que procura el tratar de entender, por ejemplo, las implicaciones del participio hebreo o griego en la exégesis bíblica. Lo triste es que esta actitud y concepción (forma de pensar, etc.) pone de manifiesto, por un lado, el intento de minimizar el papel que desempeña la traducción de la Biblia en la misión de la iglesia, como fruto de los trabajos bíblicos y teológicos académicos. Y por otro lado, ignora que históricamente y, precisamente, en las discusiones que involucran el análisis de la urgencia e implicaciones de la llamada “gran misión” en Mateo 28 y Marcos 16, está de por medio la problemática de las característica y los usos del participio griego.

Ahora, no ignoro y comprendo que en el ámbito de los estudios misionológicos (o misiológicos, según otros), es muy popular la tesis de Martin Kahler de que «la misión es la madre de la teología». Según Kahler la teología empezó como «una manifestación de acompañamiento a la misión cristiana», y no como «un lujo en manos de la iglesia dominante» (citado por David J. Bosch, Misión en transformación, página 32). 

Sin embargo, es obvio que la idea (o concepto) de “teología” a la que apunta Martin Kahler es la llamada “teología académica”. Pero si partimos de la teología como “el conjunto de premisas sobre las cuales se basó la acción misionera”, por ejemplo, de Pedro y Pablo, entonces, habría que decir que la “teología (en esta etapa, pura cristología, como ese conjunto de premisas que suponían una determinada valoración e interpretación de la persona de Jesús en el proyecto de la «misio Dei»), en este sentido, es más bien la «teología» la madre de la misión, y no al revés. 

Este hecho adquiere mayor relieve cuando notamos que Pablo fue capaz de escribir “teología” a una iglesia que no había visitado, pero por la que sentía un deseo profundo de visitar y conocer (la carta a los Romanos 1.8-15; 15.22-33). Es cierto que el trabajo misionero de Pablo en Asia menor explica el origen del conjunto de la literatura paulina y deuteropaulina. Sin embargo, no es menos cierto que antes de escribir (o dictar) siquiera la primera línea de una epístola, primero existió la predicación oral del apóstol. Ahora, ¿no era «teología» el contenido de la enseñanza y predicación oral de Pablo en su labor misionera? ¿Inició Pablo sus viajes misioneros, sin «teología»? ¿Carecía de «teología» la proclamación oral de Felipe, según se registra en Hechos 8.26-40? 

En este mismo sentido resulta muy ilustrativo el hecho de que la evidencia bíblica demuestre que una determinada concepción (o concepciones teológicas y cristológicas) constituían el fundamento de la predicación oral que caracterizó la acción misionera apostólica. Esa misma evidencia apunta a que la original “predicación oral” de los apóstoles, posteriormente llegó a plasmarse en unos textos, textos que son hoy la materia prima de la reflexión teológica pastoral y académica, en palabras del biblista Francois Paul-Dreyfus «Exégesis en la Sorbona, exégesis en la iglesia». Considérense los siguientes ejemplos:

1 Tesalonicenses 3.4 “Porque también estando con vosotros, os predecíamos que íbamos a pasar tribulaciones, como ha acontecido y sabéis.”

2 Tesalonicenses 2.5 “¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto?”

2 Tesalonicenses 3.10 “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.”

Conclusión: La reflexión teológica académica se basa en el análisis de unos textos que ciertamente surgieron en la urgencia del cumplimiento de la labor misionera de los apóstoles (de la misión a la teología). Pero por otro lado, esa labor misionera no carecía de contenido, no partió del vacío, sino de una serie de concepciones teológicas (principalmente cristológicas) que motorizaron la acción misionera apostólica, y que le dieron contenido a la proclamación oral acerca del Jesús crucificado y resucitado, el «kerigma» (de la teología a la misión).

Desde esta realidad, comparto con el Lic. Tomás Gómez Bueno, su preocupación por la necesaria interacción entre la reflexión teológica académica, y la realización de la misión de la iglesia.

Lo que no comparto es la idea de que la misión debe ser siempre el tema central de toda reflexión bíblica y teológica. No comparto la idea de que toda reflexión teológica que no tenga como meta central y objetivo inmediato la “misión”, esté desenfocada. Además, no de debe perder de vista que es posible y necesario que desde distintos campos y estudios teológicos, se debe, y de hecho de da, el aporte y participación en la misión en formas y maneras distintas y específicas. Por eso, no sólo participa en la misión, el misionero que es enviado de manera exclusiva a un determinado campo misionero; también participa el biblista y exégeta cuando con su reflexión y profundización de los textos bíblicos, sugiere e invita a considerar niveles y aspectos insospechados de la misión y de la pastoral.

Tampoco comparto el que se ignore que en realidad, circunscribiéndonos específicamente al NT, el proceso fue el siguiente: 1) De la cristología (teología) a la misión, originalmente mediante una proclamación oral; 2) De la proclamación oral en misión, sustentada en esa cristología (teología), resultó la iglesia; 3) Esa comunidad de fe necesitó que esa teología, comunicada originalmente de forma oral, se expresara luego en unos textos; 4) Toda reflexión teológica posterior (académica y pastoral) igualmente se hace y debe hacerse en “misión”, es decir, teniendo como trasfondo, meta y proyección, la “misión de la iglesia” en su más amplia expresión. 

En coherencia con estas perspectivas fue que en un trabajo anterior (La reflexión teológica y sus temas) definía la teología en los siguientes términos: “la teología no es tanto un estudio de Dios, comoun estudio de Dios en el contexto de las acciones que lo relacionan con el ser humano y toda la creación como creador y redentor, según las pistas que nos proporcionan la Biblia y la historia.” 

II) Análisis de mi segunda hipótesis:

«El Lic. Tomás Gómez Bueno incurre en un error (¿mentira?) garrafal al afirmar que la palabra “misión” ni siquiera aparece en mi trabajo». 

¿Por qué elaboro mi segunda hipótesis en esta manera? Por las siguientes palabras textuales con que se expresa el Lic. Tomás Gómez Bueno respecto de mi trabajo: “La palabra misión ni siquiera aparece en el trabajo de Olea.”

Pero, ¿Está hablando con propiedad el Lic. Tomás Gómez Bueno? ¿Está hablando con la verdad?

Ahora, al leer las citadas palabras textuales del Lic. Tomás Gómez Bueno, expresadas con una aparente seguridad y propiedad sorprendentes, se dan por sentado varias condiciones: En primer lugar, que para no incurrir en un falta de respeto intelectual a su propia persona, a la mía, y a las que habrían de leer tanto su trabajo como el mío; lo primero que haría el Lic. Tomás Gómez Bueno, sería leer y releer muy bien mi artículo para no incurrir así en errores epistemológicos que vendrían a restarle valor a su crítica, a su aporte.

Pero ¿Será cierto que el Lic. Tomás Gómez Bueno leyó muy bien, y de manera íntegra mi ensayo? Desde ya, lo pongo en duda. 2) En segundo lugar, que no se dejaría influenciar por factores extraños a la integridad de mi ensayo, a fin de que su reacción pudiera ser una crítica válida y aceptable, una reacción adecuada y hasta necesaria en virtud de lo parcial de mi propuesta. Una reacción que vendría a fortalecer el conjunto de mis sugerencias, y no el pretender restarle valor (¿ridiculizarla?) partiendo de una premisa falsa, sin fundamento alguno. 

Pues bien, para demostrar que esta afirmación del Lic. Tomás Gómez Bueno es falsa de toda falsedad, voy citar ahora, textualmente, un párrafo en que claramente se ve la presencia de la palabra “misión” en mi trabajo, cito: ¿Cómo se habría de enfocar la misión de la iglesia, la apologética y la actitud ecuménica ante el hecho de la realidad multiconfesional del cristianismo en la República Dominicana?(Página 6, pregunta número 4).

La gran pregunta es: ¿Por qué no vio el Lic. Tomás Gómez la presencia de la palabra “misión” aquí, como parte de mi trabajo? ¿Qué pudo nublarle el entendimiento para no ver una palabra que siempre estuvo ahí? ¿Qué tan aceptable es la afirmación de que mi trabajo está desenfocado, cuando una de las premisas importante de su argumento se basa en un error (o ¿una mentira?)?

¿Qué tan enfocado estaba el Lic. Tomás Gómez Bueno en la lectura de mi ensayo cuando afirma erróneamente (repito e insisto, erróneamente) que la palabra “misión ni quiera aparece en el trabajo de Olea”? ¿Qué tan seria y mesurada fue su lectura de mi artículo? ¿No imaginó el Lic. Tomás Gómez Bueno que el pretender reaccionar a un artículo sin haberlo leído bien, sin haberle dado la debida y necesaria ponderación, lo inhabilitaba para escribir con propiedad una especie de reacción-enmienda a dicho artículo? 

A pesar de la errónea afirmación del Lic. Tomás Gómez Bueno, quiero advertir con toda propiedad que las dos publicaciones originales que hice de mi ensayo, sí contienen la palabra “misión”, y si el Lic. Tomás Gómez Bueno hubiera leído mi artículo con la debida mesura, lo habría sabido. 

Además, en el mismo ensayo, otra forma en que pongo de manifiesto mi preocupación por la misión de la iglesia y sus implicaciones, es: “¿Cómo habrá de influenciar y potenciar al testimonio cristiano (y la espiritualidad que supone), el desarrollo y consolidación de un “pensamiento teológico” con verdaderos matices dominicanos? ¿Cómo ha de fortalecer, darle contenido y consistencia al oficio profético de la iglesia?” (Página 6, pregunta 6) 

¿Por qué tampoco ve el Lic. Tomás Gómez Bueno, una referencia a la “misión” de la iglesia, en este otro párrafo? Advierto de nuevo que estas palabras que traigo a colación también estaban y siempre estuvieron en las dos publicaciones originales de mi ensayo. Por lo tanto, si el Lic. Tomás Gómez Bueno hubiera leído mi artículo con la debida mesura, de seguro que lo habría sabido. 

Es más, voy a ir mucho más lejos. Resulta y viene a ser que el núcleo dominicano de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL) con anterioridad a la publicación del artículo-reacción del Lic. Tomás Gómez Bueno, me había invitado a hacer una exposición sobre “el pensamiento teológico dominicano”, basado precisamente en el artículo al que reaccionó el Lic. Gómez Bueno. Lo que estoy diciendo es que el núcleo dominicano de la FTL conoció la publicación original de mi artículo, y puede dar fe y testimonio de que los párrafos citados -(los que demuestran la falsedad y falta de fundamento de la afirmación del Lic. Gómez Bueno con respecto a la presencia de la palabra “misión” en mi trabajo)-, siempre estuvieron presentes en el documento original de mi ensayo. Esto significa que en ninguna manera alteré mi ensayo para pretender hacer quedar mal ahora al Lic. Tomás Gómez Bueno.

Ahora bien, si la palabra “misión” y la idea de “misión” estuvieron siempre presentes en mi trabajo, ¿Por qué lo niega el Lic. Tomás Gómez Bueno? ¿Error o mentira? ¿No es lo mismo?

Creo que efectivamente podemos establecer cierta diferencia entre un “error” y una “mentira”.

Se entiende que un “error” no necesariamente involucra malas intenciones; si bien supone un “yerro”, una inverosimilitud; no obstante, no implica una actitud consciente tendente a alterar unos datos para acomodar y justificar así alguna conclusión deseada.

La “mentira”, aunque también supone un “yerro”, al igual que el “error”, se diferencia de aquel, en que involucra cierta manipulación consciente y una alteración de los datos, igualmente consciente, con tal de justificar una determinada y deseada conclusión. 

Como se ve, lo cierto es que tanto en el escenario de un supuesto inocente “error” como el de la “mentira” consciente, el Lic. Tomás Gómez Bueno no sale bien parado, no termina bien. Me explico.

Si fue un “error”, esto pone en evidencia que el Lic. Gómez Bueno no leyó bien mi artículo y, sin embargo, se atreve a hablar con una supuesta propiedad, como si tuviera un real conocimiento de causa, cuando en realidad no demuestra ese necesario conocimiento de mi ensayo, cuando escribió su artículo-reacción, y al hacer referencia a mi artículo en cuestión. 

Pero lo peor de todo, lo que no deja de llamarme poderosamente la atención, es cómo el Lic. Gómez Bueno saca una conclusión falsa, pues su premisa es igualmente falsa (que la palabra “misión ni siquiera aparece en mi trabajo). De todos modos tengo que reconocer que el Lic. Tomás Gómez Bueno no parece percatarse de su error. 

Obviamente, en este escenario (que aparentemente es el mejor de los dos), hay una clara e injustificable falta de respeto intelectual de Lic. Gómez Bueno hacia su persona, hacia la mía, y frente a todas aquellas personas que habrían de leer tanto mi artículo como el suyo. La propiedad y seguridad de la que presume el Lic. Gómez Bueno (con respecto al conocimiento de mi ensayo) son tan fuertes y sorprendentes que hasta tiene la gentileza de colocar en su artículo el enlace de mi blog donde podrían sus lectores consultar mi trabajo (y esto no es malo).

Conclusión: De acuerdo a los datos que siempre ha tenido mi ensayo (incluso en sus dos publicaciones originales), y la conclusión a la que llega el Lic. Gómez Bueno (“que mi trabajo tiene un problema de enfoque”); puedo decir que, penosamente, el Lic. Tomás Gómez Bueno cometió un tremendo desliz al decir tan tranquilamente que “La palabra misión ni siquiera aparece en el trabajo de Olea” (página cuatro, parte final del cuarto párrafo de su artículo).

Obviamente, no se puede perder de vista la manera en que este “grave error” pone bajo serio cuestionamiento el artículo-reacción del Lic. Tomás Gómez Bueno por completo, sus motivaciones y sus pretensiones.

Ahora bien, si en vez de un “error” fue más bien una “mentira” (idea que me resisto a creer), una especie de manipulación consciente, con tal de desacreditar mi ensayo, pero tratando de lograr así el justificar y legitimar una conclusión realmente infundada; lo cierto es que también en este escenario (que es el peor de los dos), igualmente hay involucrada una clara e injustificable falta de respeto intelectual de Lic. Gómez Bueno hacia su persona, hacia la mía, y frente a todas aquellas personas que habrían de leer tanto mi artículo como el suyo.

A cualquiera se le perdona un “un error” cuando está planteando un trabajo que no supone ser una reacción a otro trabajo; pero cuando una persona de manera deliberada y consciente se traza la meta de demostrar que un determinado trabajo intelectual “tiene problemas de enfoque” (palabras textual de Gómez Bueno), el caso es muy diferente. ¿Por qué? Porque apenas si puede ser perceptible, en tales situaciones, la frontera que separa el “error” sano e involuntario, de la “mentira” y la “manipulación consciente y malsana” de unos datos, con tal de desacreditar el trabajo del alguien; pero sustentando una conclusión falsa, en virtud de ser igualmente falsa, su premisa. 

Finalmente, quiero insistir en que en mi trabajo original sostenía que estaba exponiendo mis inquietudes, desde el contexto académico en que por tantos años he trabajado, como biblista y teólogo. Originalmente también reconocí que habría otras personas que también aportarían las suyas. Si el Lic. Tomás Gómez Bueno, desde otro ámbito de la reflexión teológica entendía que la “misión” merecía un mayor relieve, tenía y tiene todo el derecho de formular y compartir sus propias inquietudes, sin la necesidad siquiera de mencionar mi propuesta, y mucho menos sin negar (como de manera errónea lo hace) que la “misión” como palabra y concepto, estuviera realmente implicada, que tuviera una real y efectiva presencia en mi propuesta.

De todos modos al ser público mi ensayo, es claro que existía y existe la real posibilidad de que pudiera convertirse en objeto de análisis, discusión y objeto de reacción; pero el problema no está ahí. A pesar de las debilidades que he demostrado que tiene el artículo reacción de mi hermano Tomás Gómez Bueno, le agradezco el que haya tomado mi trabajo como punto de arranque para motivar la continuación de la discusión en este interesante tema, y para contribuir desde su particular tema de interés y enfoque, a la “construcción del pensamiento teológico dominicano”. 

Como advertí en mi trabajo, sólo me atreví a compartir mis inquietudes, desde mi experiencia y particular ámbito de trabajo. Se hace necesario, pues, el que otras personas, también desde su particulares ámbitos de trabajo eclesial, social y académico, así como a la luz de sus experiencias particulares, y sus peculiares o específicos enfoques, compartan también las suyas. 


¡Bienvenidas sean todas las demás!

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14 mar 2011

HACIA LA CONSTRUCCION DE UN PENSAMIENTO TEOLOGICO DOMINICANO

ADOTEVA se ha propuesto contribuir a trabajar en lo que ha denominado «La construcción del pensamiento Teológico Dominicano» eso provocó una reacción en Benjamín Olea Cordero que encontró respuesta en Tomás Gomez Bueno.

Primero presentamos el articulo emitido por Héctor Benjamín Olea Cordero.

"Héctor Benjamín Olea Cordero"

A modo de introducción:

Desde hace algunos años (quizás no me equivoco cuando digo que no hace más de cinco años) que en los predios de la Universidad Nacional Evangélica (UNEV) se viene hablando de la necesidad y del proceso de una “construcción del pensamiento teológico dominicano”. Obviamente, es casi seguro que la visión de la UNEV no incluye el más amplio espectro de la fe y tradición cristianas, sino que secircunscribe única y prácticamente a la reflexión y producción teológica protestante y evangélica. A pesar de esta sospecha, tampoco parece que tenga en su horizonte a la totalidad de las más diversas expresiones protestantes y evangélicas de la fe cristiana.

De ser este el caso, que personalmente doy por sentado, pienso que lo correcto sería hablar más bien de “Hacia la construcción del pensamiento teológico dominicano de corte protestante y evangélico”. O si se prefiere “Hacia la construcción del pensamiento teológico protestante y evangélico en la República Dominicana”. Esto así, para que no se entienda que el sector protestante y evangélico de la República Dominicana pretende tener el monopolio del pensamiento teológico en el contexto de la tradición cristiana. Pero si alguna vez la comunidad evangélica y protestante, o por lo menos un sector de la misma pretendió tal cosa, es mejor que se replantee tan equivocada visión de la realidad.

Me pregunto: ¿Quiénes estarían haciendo “pensamiento teológico dominicano? ¿Puede tener alguna persona o institución el monopolio del “pensamiento teológico dominicano”?

Este artículo no es más que una reflexión en voz alta de lo que personal y particularmente entiendo que son implicaciones intrínsecas a la idea de un proceso de formación y definición de un “pensamiento teológico dominicano” en el más amplio contexto de la histórica fe cristiana.

Este ensayo consiste en un enfoque muy personal, con base en mi experiencia, mi trayectoria tanto en las aulas como en los medios de comunicación, así como en la interacción que he tenido con una buena parte de las instituciones dominicanas de formación bíblica y teológica, pertenecientes, precisamente, a distintas tradiciones teológicas y eclesiales.

Este conjunto de reflexiones lo voy a plantear en forma de preguntas, algunas de las cuelas dejaré en el aire para la reflexión y orientación del lector y lectora. Otras recibirán de mi parte una respuesta muy concisa, con el igual objetivo de guiar y orientar al lector y lectora.

Finalmente, el objetivo básico de este ensayo consiste en plantear y ofrecer mi contribución personal al proceso de consolidación (pues lo considero ya iniciado) del “pensamiento teológico dominicano”.

Comencemos, pues, nuestra aventura.

I) Preguntas relacionadas con una definición tentativa o preliminar de “pensamiento teológico dominicano”

1) ¿En qué consistiría el llamado “pensamiento teológico dominicano”? ¿Es este posible? ¿Necesario? ¿Por qué?

2) ¿En qué se estará pensando cuándo se habla de la “construcción del pensamiento teológico dominicano”? ¿Tendrá que ver con una relativa cifra de obras publicadas de reflexión teológica de origen dominicano?

3) A propósito ¿cuál ha sido la temática y el perfil dominante de las obras de reflexión teológica que se han originado en la República Dominicana hasta el presente?

4) Ciertamente la respuesta a esta pregunta no debe circunscribirse de manera simplista al campo protestante y evangélico. Esto así, pues estamos hablando de la producción teológica de “tradición cristiana” en sentido general y de manera muy inclusiva.

Otro elemento que pienso que no se debe subestimar es el tipo de reflexión bíblica y teológica que se está divulgando a través de la Internet, por ejemplo, por medio de diarios digitales, blogs, redes sociales, principalmente Facebook, etc.

5) ¿Sería “dominicano” porque 1) lo hacen dominicanos y dominicanas, 2) personas que aunque extranjeras residen en el país, 3) o porque más bien aborda las distintas problemáticas de la fe y la vida religiosa, en fin, de la espiritualidad en el contexto de la fe cristiana, según las exigencias que le plantea el propio contexto dominicano?

II) Preguntas relacionadas con el perfil que habría de caracterizar el “pensamiento teológico dominicano”

1) ¿Cuáles serían las características de un “pensamiento teológico” propiamente dominicano?

2) ¿Cuáles son o serían sus métodos?

3) ¿Cómo debería ser, inclusivo o excluyente? ¿Crítico (un tanto liberal y progresista), o conservador y con tendencias fundamentalistas? ¿Qué tan conservador o crítico debería o podría ser?

4) ¿Qué temas deberían ser de abordaje obligatorio, o casi obligatorio para este “pensamiento teológico dominicano”?

5) ¿Qué tan contextual, pero global a la vez, puede y deber ser?

6) ¿Qué tipo de lectura haría de la Biblia? ¿Una lectura simplista con tendencias fundamentalistas o una lectura que, si bien no ignore los distintos métodos de interpretación (o acercamientos a) de la Biblia, tome en serio el enfoque de los métodos histórico críticos?

III) Preguntas relacionadas con las instituciones dominicanas de formación bíblica y teológica, instituciones que tienen una gran responsabilidad en el proceso de formación y consolidación del “pensamiento teológico dominicano”

1) ¿Qué relación podemos establecer entre el llamado “pensamiento teológico dominicano” y las distintas instituciones de formación teológica que gravitan en la República Dominicana?

2) ¿Quién proyecta y reproduce el discurso de quién? ¿La institución de formación bíblica y teológica reproduce sin cuestionar (o con ciertas críticas) las líneas generales de la teología institucional de la iglesia o concilio al que pertenece, que la funda y dentro del contexto de la cual subsiste?

3) O ¿Logra la institución de formación bíblica y teológica producir un pensamiento hasta cierto punto crítico, independiente y transformador, que influye, impacta y hasta transforma el pensamiento teológico institucional de la iglesia o concilio que le dio origen y que sólo dentro de su contexto se la explica?

4) ¿Cuáles son los autores (comentaristas y escritores) que por lo general se citan en los distintos trabajos académicos de reflexión bíblica y teológica en la República Dominicana? Obviamente, la respuesta a esta pregunta no puede ignorar el contexto de la tradición eclesial y teológica en que se hacen y producen dichos trabajos académicos. Me explico, con toda seguridad se puede decir que salvo ciertas excepciones, las obras de consulta de un seminario católico no son las mismas que las de un seminario protestante. Por igual, lo mismo se puede decir respecto de un seminario bautista y un seminario pentecostal, o de un seminario adventista y uno pentecostal o de cualquier otra tradición teológica.

También hay que reconocer que existen programas de formación bíblica y teológica que emplean docentes de distintos trasfondos eclesiales y confesionales (católicos y protestantes, y protestantes de la más variada expresión). Este hecho puede producir cierta homogeneidad en cuanto a las obras de consulta y las características del pensamiento teológico que se produce en algunas instituciones de formación bíblica y teológica de la República Dominicana.

Además hay que considerar si el seminario, instituto, universidad o institución teológica, aunque protestante y evangélica, manifiesta cierta tendencia hacia una reflexión teológica más liberal, no tan conservadora, y más ecuménica.

En este aspecto también habrá que reconocer el carácter (más que el nivel) de los programas de formación bíblica y teológica. Por ejemplo, no es lo mismo un programa de tendencia a la reflexión teológica académica (que presume de crítica y científica) aunque con la meta de impactar seriamente su contexto; que un programa de formación teológica inclinado más bien a la pastoral y con un marcado énfasis apologético y conservador.

5) ¿Cuáles son las principales casas editoras que se citan en los programas de las distintas asignaturas (o cursos) y trabajos académicos de las distintas instituciones de formación bíblica y teológica de la República Dominica?

En honor a la verdad, lo cierto es que ciertas obras clásicas y de consulta obligatoria en los distintos campos del pensamiento académico bíblico y teológico no nos llegan sino a través de editoriales de origen católico, o sin ningún compromiso confesional aun cuando sus autores sean protestantes.

6) En esta misma línea es preciso preguntarnos: ¿Cuál es el perfil de la literatura de estudio bíblico y para la reflexión teológica que se puede conseguir en las tradicionales “librerías evangélicas”? ¿Qué tanto contribuyen o podrían contribuir en el proceso de una construcción del “pensamiento teológico dominicano?

7) Por otro lado, ¿cuál sería el perfil de un “pensamiento teológico dominicano sustentado tan sólo en la literatura que ponen a nuestra disposición las tradicionales “librerías evangélicas”?

8) ¿Qué relación tiene la reflexión bíblica y teológica que se está haciendo en la República Dominica, con la reflexión que se está produciendo en el resto de Latinoamérica?

9) ¿Qué tanto se están leyendo los pensadores, autores y escritores latinoamericanos en los distintos programas de formación bíblica y teológica que gravitan en la República Dominicana?

10) Además, ¿qué tanto se están leyendo los textos de estudios bíblicos y teológicos de especialistas, pensadores y escritores europeos y norteamericanos?

11) ¿Están los currículos de los distintos centros de formación bíblica y teológica locales promoviendo e impulsando en verdad el desarrollo y fortalecimiento de una reflexión teológica que responda con propiedad a los desafíos de la fe cristiana en el contexto particular de la sociedad dominicana?

12) En este sentido, ¿qué tan nivelados están (qué tanto tienen de común, además de los contenidos, el enfoque) de los planes o programas de estudio de los distintos centros de formación bíblica y teológica, con relación al mismo grado que ofrecen (bachillerato licenciatura, maestría, etc.)?

En otras palabras, ¿qué tan similares son los contenidos de los distintos programas de formación bíblica y teológica que se ofrecen en el país, por nivel o grado? ¿Qué tan similar es el conjunto de asignaturas o cursos de la licenciatura en teología, por ejemplo, de una institución con relación al resto de los centros que igualmente ofrecen el mismo grado y título?

¿Qué tan similares son los requisitos que tiene cada institución de formación teológica como exigencia para otorgar el mismo grado o título? Pensemos, por ejemplo, en el nivel del personal docente, la bibliografía, las horas presenciales en el aula por semana (además de si es bimestral, trimestral o cuatrimestral), el número de horas invertidas en trabajos de lectura e investigación fuera del aula, la cantidad de páginas que se deben leer, la forma de evaluación, los énfasis que se hacen en cada asignatura, etc.

13) ¿Qué tipo de relación e interacción existe entre las distintas instituciones de formación bíblica y teológica? ¿Existe alguna institución que las agrupe y le dé cierta homogeneidad y cohesión?

Recuerdo que hace unos años varios hermanos líderes de instituciones de formación bíblica y teológica constituíamos lo que se llamó la “ADIET” (Asociación Dominicana de Instituciones Teológicas. Entre estos, Tomás Gómez Bueno por Visión Mundial, Robert Bueno por un Instituto o Seminario Bautista, Elvis Medina por el Seminario de la Iglesia de Dios, Félix Caraballo por el MINST, también recuerdo que había una representación del instituto nacional de la asambleas de Dios, entre otros, y quien suscribe por la UNEV y el Instituto Bíblico Reformado de la República Dominicana.

14) ¿Qué habrá pasado con la ADIET? ¿Podría resurgir? ¿Podría levantarse otra u otras similares o más pretensiosas? ¿Qué tan inclusiva podría (n) o debería (n) ser?

IV) Preguntas relacionadas con los medios de comunicación que son administrados por misterios cristianos y el tipo de reflexión teológica que difunden

1) ¿Qué se puede decir respecto del nivel, temas, enfoque, etc., del tipo de reflexión teológica que por lo general se promueve en los medios masivos que están en manos de ministerios cristianos (emisoras de radio, canales de televisión, periódicos, revistas, programas de radio y televisión?

2) ¿Qué tan inclusivos o excluyentes son estos medios respecto a la gran diversidad de confesiones y matices que se sabe tiene el “pensamiento teológico dominicano”?

3) ¿Qué aportes pudieran hacer dichos medios en la consolidación del “pensamiento teológico dominicano”?

V) Preguntas diversas relacionadas en alguna manera con el proceso de formación y consolidación del “pensamiento teológico dominicano”

1) ¿Ha existido alguna vez un pensamiento teológico alguno que no tenga compromisos con una determinada ideología (conjunto y esquema de pensamientos e ideas fundamentales) y con una determinada praxis? Comencemos por ejemplo, por las evidencias que nos aporta la historia de la Biblia misma.

2) ¿Qué tan al día está (o estaría) el llamado “pensamiento teológico dominicano” con relación a los enfoques modernos tanto en el campo de la exégesis, la hermenéutica y la teología como tal?

Por ejemplo, con relación a la llamada “teología feminista”, el acercamiento feminista a la Biblia (hermenéutica feminista), la reflexión teológica en perspectiva de género, la lectura comunitaria de la Biblia, la exégesis socio histórica y sociopolítica, los métodos exegéticos (crítica textual, crítica literaria, crítica de los géneros y las formas, crítica de la tradición, crítica de la redacción, el análisis estructural o semiótico), la lectura orante de la Biblia, la circularidad hermenéutica, el análisis estilístico, el análisis retórico, la lectura pragmalingüística de la Biblia, el psicoanálisis, las teologías de la liberación, etc.

3) ¿Cómo se enfoca (o enfocaría) el diálogo interreligioso e interconfesional en el “pensamiento teológico dominicano”?

4) ¿Cómo se habría de enfocar la misión de la iglesia, la apologética y la actitud ecuménica ante el hecho de la realidad multiconfesional del cristianismo en la República Dominicana?

5) ¿Cómo se habrá de enfocar la inevitable relación y necesaria vinculación entre la exégesis bíblica, la teología bíblica y sistemática, y la pastoral en un “pensamiento teológico dominicano”?

6) ¿Cómo habrá de influenciar y potenciar al testimonio cristiano (y la espiritualidad que supone), el desarrollo y consolidación de un “pensamiento teológico” con verdaderos matices dominicanos? ¿Cómo ha de fortalecer, darle contenido y consistencia al oficio profético de la iglesia?

Conclusión: Espero que las inquietudes que he planteado en este artículo puedan servir de algo en la aspiración y en el proceso de una verdadera consolidación del “pensamiento teológico dominicano” en el más amplio contexto de la fe cristiana.

De seguro que otros y otras coincidirán conmigo en algunas de estas inquietudes. También habrá quienes aportarán sus propias inquietudes y puntos de vista. De todos modos, aquí están la mías. ¡Bienvenidas sean todas las demás!
¡Que Dios nos ayude en esta tarea!

RESPUESTA AL ARTICULO DE BENJAMIN OLEA.
Por Tomás Gómez Bueno.

Creo que es noticia grata el hecho de que por los predios de la Universidad Nacional Evangé¬lica (UNEV) se esté hablando de la necesidad de emprender un proceso que nos encamine a perfilar la “construcción del pensamiento teológico dominicano”, aunque parece que nues¬tro hermano Benjamín Olea, deplora que esta construcción no incluya el más amplio espectro de la fe y tradición cristiana, sino que se circunscriba única y prácticamente a la reflexión y producción teológica protestante y evangélica.

El licenciado Olea tiene además la sospecha, y así lo expresa, de que esta tentativa “no tenga en su horizonte a la totalidad de las más diversas expresiones protestantes y evangélicas de la fe cristiana”. Con todo, entiendo que es loable impulsar con fe y optimismo, cualquier ini¬ciativa que apunte a lo que teológicamente hemos hecho hasta el momento, porque una buena reflexión sobre la teología que hacemos debe ser un ejercicio crítico sobre si misma y sobre la sociedad en que se genera.

El hermano Olea hace la “corrección” y entiende que este intento debería definirse como: “Hacia la construcción del pensamiento teológico dominicano de corte protestante y evangé¬lico”; o si se prefiere, dice él: “Hacia la construcción del pensamiento teológico protestante y evangélico en la República Dominicana”. Esta modificación en el nombre de la propuesta de este ejercicio, a decir de nuestro hermano Olea, es para que “no se entienda que el sector protestante y evangélico de la República Dominicana pretende tener el monopolio del pen¬samiento teológico en el contexto de la tradición cristiana”. 

A seguida èl se pregunta: ¿Quiénes estarían haciendo “pensamiento teológico dominica-no? ¿Puede tener alguna persona o institución el monopolio del “pensamiento teológico dominicano”? Como siempre, al emprender cualquier iniciativa en la comunidad evangélica nuestra, lo primero que surge como rasgo innegable de lo que somos, es ese afán de prota¬gonismo y control, herencia de nuestra cultura de cacique, marcada por el autoritarismo y la centralización, aun cuando se trate, como es el caso, de una construcción social a la que no se le puede sacar patente, ni se le puede atribuir paternidad ni dueños. 

Quiero detenerme un poco en esta parte, porque creo que el término monopolio es impropio en este enfoque y tiende a tergiversar la intención de un grupo de jóvenes teólogos dominicanos, léase la Asociacion Dominicana de Teólogos Evangélicos (ADOTEVA), que quiere contri¬buir con la definición del perfil de la teología que como evangélicos creyentes hemos hecho los dominicanos hasta el presente. 

En la propuesta de ADOTEVA, no se puede pretende monopolizar nada, y mucho menos el perfil de un pensamiento teológico, que si se logra enmarcar en unas líneas históricas y sociales que contribuyan a definirlo, solo resultará ser una configuración colectiva que no le pertenece a nadie y que por tanto, no puede ser monopolizada por nadie, porque nos pertenece a todos y a la que todos podemos aportar, tal como lo está haciendo nuestro hermano Olea con los criterios que ofrece en su reflexión que en estos momentos estamos comentando.

De ninguna manera las categorías sociales que definen la construcción de un pensamiento, de una ideología, de los rasgos culturales, del imaginario social que vive una comunidad o un grupo pueden verse como propiedad de una organización que amordaza y limita, sino como el resultado de un proceso histórico que discurre en el tiempo y que sirve como marco para definir una realidad dada.

Es interesante lo que continuación dice mi hermano Benjamin Olea en su artículo, veamos: “Este artículo no es más que una reflexión en voz alta de lo que perso¬nal y particularmente entiendo que son implicaciones intrínsecas a la idea de un proceso de formación y definición de un “pensamiento teológico dominicano” en el más amplio contexto de la histórica fe cristiana”. 

Simplemente nuestro hermano Olea está afirmado que existe una realidad social e histórica tan evidente que èl es capaz de hacer una reflexión personal sobre la mis¬ma, con lo que afirma que esto es correcto y posible, loable; además que es aten¬dible ocuparse de aportar a esta necesaria configuración de nuestro pensamiento teológico como comunidad que ha tenido una práctica misional a través del tiempo. La iglesia es una realidad histórica y social que tiene una presencia escatológica que no solo se puede explicar teológicamente, hay también que explicarla desde el punto de vista histórico, desde el punto de vista de la misión. 

El licenciado Benjamín Olea dice además, para afirmar las amplias posibilidades que tiene una construcción del pensamiento teológico dominicano que: “Este ensayo consiste en un enfoque muy personal, con base en mi experiencia, mi tra¬yectoria, tanto en las aulas como en los medios de comunicación, así como en la interacción que he tenido con una buena parte de las instituciones dominicanas de formación bíblica y teológica, pertenecientes, precisamente, a distintas tradi¬ciones teológicas y eclesiales”.

Mi pregunta es: ¿Que hacía el licenciado Benjamin Olea en esas aulas, en esos me¬dios y con esa interacción con las instituciones dominicanas de formación bíblica, si no es otra cosa que contribuir a la construcción del pensamiento teológico de los evangelicos dominicanos. No creo que él sintiera que estaba haciendo un ejercicio intelectual, teologico y social en el vacío. Solo. 

El hermano Benjamín dice que el objetivo básico de su ensayo “consiste en plan¬tear y ofrecer mi contribución personal al proceso de consolidación (pues lo con¬sidero ya iniciado) del “pensamiento teológico dominicano”.

Luego de esto Benjamín Olea, como si se olvidara de lo que acaba de afirmar, se pregunta: ¿En qué consistiría el llamado “pensamiento teológico dominicano”? ¿Es este posible? ¿Necesario? ¿Por qué? ¿En qué se estará pensando cuándo se habla de la “construcción del pensamiento teológico dominicano”? ¿Tendrá que ver con una relativa cifra de obras publicadas de reflexión teológica de origen dominicano?

Olea comienza a responderse estas preguntas a partir de la identificación de recur¬sos o herramientas que èl entiende son criterios válidos a tomar en cuenta para la construcción de un pensamiento teológico dominicano. La gran mayoría de las sugerentes preguntas que se hace el hermano Olea se cir¬cunscriben al ámbito evangélico, sin distinguir organizaciones, grupos o tradicio¬nes protestantes, como èl sugiere al inicio.

Olea no pondera el marco histórico social a través del que se tiene necesariamen¬te que configurar un pensamiento teológico determinado y limita sus criterios de abordaje a asuntos puntuales como la verificación de herramientas, métodos y re¬cursos académicos e institucionales, que èl mismo señala y enumera como:

Obras de reflexión teológica que se han originadas en la República Domini¬cana.

Temas; tipo de lectura de la Biblia y métodos de interpretación bíblica logros académicos.
Autores (comentaristas y escritores) que se citan en los distintos trabajos académi¬cos de reflexión bíblica y teológica en la República Dominicana.

Casas editoras que se citan en los programas de las distintas asignaturas (o cursos) y trabajos académicos de las distintas instituciones de formación bíblica y teológica de la República Dominica. 

Perfil de la literatura de estudio bíblico y para la reflexión teológica que se puede conseguir en las tradicionales “librerías evangélicas”.

Relación que tiene la reflexión bíblica y teológica que se está haciendo en la Repú-blica Dominica, con los escritores y la reflexión que se está produciendo en el resto de Latinoamérica. 

Benjamin, agrega además, preguntas sobre:

Que tanto se están leyendo los textos de estudios bíblicos y teológicos de especialis-tas, pensadores y escritores europeos y norteamericanos.
Homogeneidad y similitud curricular en el contenido que ofrecen los programas de los institutos bíblicos.

Los requisitos institucionales para ofertar diferentes grados o niveles académicos; horas presenciales en el aula y tiempo invertido en trabajos de lectura e investiga¬ción fuera del aula.

La relación e interacción que existe entre las distintas instituciones de formación bíblica y teológica y la existencia de alguna institución que las agrupe y le dé cierta homogeneidad y cohesión. 

Benjamin se pregunta: ¿Qué tan al día está (o estaría) el llamado “pensamiento teo¬lógico dominicano” con relación a los enfoques modernos tanto en el campo de la exégesis, la hermenéutica y la teología como tal?

Ese pensamiento teológico dominicano y con el que èl ha contribuido con su partici¬pación en una etapa de su desarrollo y que de alguna manera está enriqueciendo con esta reflexión, ahora lo pone entre comillas y hasta cierto punto lo subvalora calificándolo de “llamado” pensamiento teológico dominicano. 

No es mi costumbre responder posiciones o aportes que hagan mis hermanos, pero creo que es tan importante la configuración del perfil del pensamiento teológico dominicano, siempre referido a la parte evangélica o protestante, que me he propuesto darle respuesta a este artículo de mi hermano Olea. Lo respondo porque entiendo es un trabajo importan¬te y que indudablemente aporta, aunque considero tiene problemas de enfoque que es lo que estoy tratando de destacar.

Benjamin confunde las herramientas académicas disponibles con todo lo que es un proceso. Los teólogos que ven la formación teológica como un proceso histórico parten siempre de la misionologìa. Fue el teólogo luterano del siglo XIX, Martin Kaehler, quien describió la misión como la madre de la teología (R. Padilla, 1986), y que Orlando Costas amplía en su trabajo “Educacion teológica y misión”, expuesto en la Consulta sobre Nueva Alternativas de la Educacion Teologica, recogido en un libro con el mismo título, publicado por la editora Nueva Creación. 

“La misión como madre de la teología nace de la Palabra de Dios viviente al cruzar las múltiples fronteras de la historia para crear una nueva humanidad. La teología es por esencia misionológica. La misión da nacimiento a la teología en la medida que produce una comunidad misionera fiel y obediente para quien la búsqueda del conocimiento se convierte en una vocación perenne”, (Costas,1986).

Costas señala que no hay iglesia autentica sin misión, así como no hay una verdadera teología cristiana sin iglesia. La misión no solo da origen a la iglesia, sino que también afecta el curso de la teología al moderar el futuro de la iglesia. La teología así concebida es reflexión crítica sobre la sociedad y sobre la iglesia.

La misión, insiste Costas, “es el medio por el cual el Espíritu hace nacer y renacer la iglesia. De ahí que sea el movimiento dinámico que produce la educación teológica. La educación teológica es una dimensión de la misión”.

El teólogo católico Gustavo Gutiérrez coincide con Costas en la misma clave herme¬néutica al afirmar que la teología debe ser pensamiento crítico sobre sí misma y sobre la sociedad. Una reflexión que no se limita al aspecto epistemológico, sino que está referida a una actitud lúcida y crítica respeto a los condicionamientos económicos y so¬cioculturales de la vida de la comunidad cristiana.

Todo esto sugiere que para darle perfil al pensamiento teológico dominicano hay que partir de lo que ha sido y es la misión como proceso histórico en la República Domini-cana. La palabra misión ni siquiera aparece en el trabajo de Olea.

El perfil del pensamiento teológico dominicano ha de construirse sobre el proceso his-tórico de la misión de la iglesia, no sobre herramientas académicas, métodos, recursos u otros medios. El pensamiento teológico dominicano tiene que definirse sobre su realidad social y misionologica. Aunque las herramientas y los recursos y métodos académicos puedan ser fuentes importantes que no se deben soslayar, muchas de esta herramientas que cita Olea pueden estar o no estar, marcar etapas o establecer posibles niveles de de-sarrollo, pero nunca explicar en esencia lo que es o puede ser el perfil del pensamiento teológico dominicano. 

Estas herramientas vistas de forma puntual no son la clave ni la línea base para definir el perfil del pensamiento teológico dominicano.

Todas estas preguntas, recursos y herramientas que Benjamin sugiere son medios, y me-dios útiles para hacer una evaluación o un estudio comparativo del grado de desarrollo académico de la educación teológica evangélica en la República Dominicana. Bueno sería tener todo esto a manos y emprender una tarea evaluativa con sentido estrictamente académico que señale el aprovechamiento y la pertinencia de la educación teológica en este momento. Pero esto es una cosa, evaluación académica, y la configuración del pen-samiento teológico dominicano (protestante evangélico) es otra.

La coyuntura es auspiciosa, y vayan mis parabienes para la Asociacion Dominicana de Teólogos Evangélicos (ADOTEVA) y también para el licenciado Benjamin Olea, quien ha calentado la pista con un artículo sugerente y enriquecedor, pero de acuerdo a mi hu¬milde criterio, un poco desenfocado. Pero vale.

Dios les bendiga.

Lea el artículo completo del licenciado Benjamin Olea en su Blog:

http://benjaminoleac.blogspot.com/2010/12/hacia-la-construccion-del-pensamiento.html

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