3 ene 2012

ACERCA DEL PECADO II

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Uso lingüístico del término
1.     Jamartáno, que significa «no acertar», «fallar». También se usa figurativamente para «quedarse corto intelectualmente», «equivocarse», «quedarse corto moralmente», «proceder mal».
2.     Jamártema, denota el resultado de fallar, debida primeramente a la insensatez, posteriormente en derecho, en el sentido de infracción. En la LXX generalmente tiene el sentido moral o religioso, «pecado» o «castigo por el pecado». Es poco común en el N.T.
3.     Jamartía, se refiere más a la naturaleza del acto. Es un término global y puede abarcar todas las acciones incorrectas desde simples errores hasta crímenes. Aristóteles la define como falta de virtud debida a debilidad, accidente o conocimiento defectuoso. En la LXX es sinónimo de jamártema y comporta el sentido pleno de culpa moral y oposición consciente a Dios. En el N. T.  significa «ofensa contra Dios con énfasis en la culpa», y se usa para el acto individual
Hechos 2:38 «Pedro les dijo: Arrepentíos,  y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados;  y recibiréis el don del Espíritu Santo.» 1Timoteo 5:22 «No impongas con ligereza las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro. También se usa para el pecado como naturaleza humana en su hostilidad contra Dios y hasta para el pecado personificado.

El pecado y la culpa en el griego clásico y en el helenismo
El griego clásico no conoce la idea de pecado como enemistad contra Dios, sino solo de defecto y culpa, de fallar por error o por culpa. La culpa surge por actos individuales. Hacia el siglo VI a. C. el mundo griego con el desarrollo de los misterios expresa esto con las ideas de culpa original –el destierro del alma en el cuerpo- y la amenaza de la muerte. Ahora se ve la culpa como una perturbación del orden, que debe compensarse mediante el sufrimiento. La culpa se asocia con la limitación humana y por lo tanto es postulada por la vida misma. Tiene que ser aceptada y confesada. Es esta culpa inevitablemente se añade la culpa personal, cuando se falla en acatar las advertencias divinas, y en última instancia por ignorancia.  Platón sin embargo, pone un énfasis mayor en la elección individual, mientras que Aristóteles usa el grupo jamartía para referirse a los errores, o a las desviaciones respecto a la norma, y lo despoja de su ligamento con la culpa moral.
Después de Aristóteles, el racionalismo destruye el concepto serio de la culpa. Pero permanece la idea de fatalidad. En los misterios y en el misticismo helenístico el gurpo jamartía se usa para el destino predeterminado que es la causa de la culpa pero que elimina la responsabilidad personal, y entonces la redención que se ofrece mediante los ritos o mediantes la gnosis.

El pecado en el Nuevo Testamento
Jesús no habla acerca del pecado, pero actúa con conciencia de él. Su misión es proclamar el señorío divino en su palabra y obra. Jesús es el siervo que mediante su muerte y resurrección quita el pecado. El pecado es imperdonable solamente cuando las personas reconocen la misión de Jesús por el Espíritu Santo, pero la desafían y se le oponen.

Juan presenta a Jesucristo como vencedor sobre el pecado. La venida de Jesucristo muestra que el pecado es odio contra Dios. Frente a Jesucristo se toma la decisión que divide a los seres humanos. Aquellos que le rechazan mueren en pecado. Pero aquellos que lo reciben encuentran el perdón. La liberación del pecado se logra en la comunidad, donde los creyentes nacen de Dios, reciben la fe y el conocimiento, y realizan la nueva situación en amor. Naturalmente brota la tensión porque los cristianos en realidad sí pecan, pero pueden mantener una impecabilidad básica gracias al papel de Jesucristo como abogado y la obra del Espíritu Santo. En el Apocalipsis, la obra de amor de Jesucristo nos libera del orden pecaminoso del mundo (1,5). Mediante un acto final y definitivo, Dios destruirá el dominio universal del pecado del cual ya hemos sido liberados.

La visión de Pablo se orienta hacia la obra de Dios en Jesucristo, la cual (1) viene a nosotros en la realidad específica del pecado, y (2) nos rescata de esa realidad y nos reconfigura.
Para Pablo el pecado es en su raíz, hostilidad contra Dios. Entró en el mundo por medio de Adán, y por lo tanto mediante la libertad, pero nos subyugó a sí mismo y nos acarreó como salario la muerte. Es así como Pablo conecta el pecado con el destino universal, pero no lo retrata como una necesidad de nuestra condición de criaturas. El pecado existe a partir de Adán, pero solo queda esclarecido por la ley, la cual da actualidad al pecado y revela su carácter, a saber, como culpa responsable en enemistad contra Dios. Nuestra realidad carnal es pecaminosa, no en el sentido que el pecado se equipare con el cuerpo, sin en el sentido que en nuestro ser carnal estamos determinados por el pecado. La ley conduce a pecados individuales al estimular deseos que se oponen a la exigencia divina. Esto les da a todos los pecados el carácter de culpa delante de Dios, y desemboca en el pecar como castigo del pecado.
El acontecimiento Cristo nos sorprende en esta realidad del pecado. Jesucristo viene de parte de Dios a juzgar el pecado y a destruirlo. Así es como el acontecimiento de Jesucristo vence el pecado para todos nosotros. Su venida a nosotros nos libera del pecado y nos constituye de nuevo. Justificado por la fe, tenemos la remisión de los pecados. Mediante la comunión con Jesucristo en el bautismo, quedamos muertos al pecado. Habiendo muerto al pecado, estamos libres de él, y no tenemos porqué continuar en el pecado. Pero existe una tensión entre la vida somática, que está entregada a la muerte, y la vida pneumática, que ha vencido a la muerte. Esta tensión continúa hasta que Jesucristo vuelva otra vez para abolir definitivamente el pecado y la muerte.

Santiago por su parte, hace derivar el pecado del deseo, lo conecta con la voluntad, y encuentra su término en la muerte. El pecado es un acto (2,9) e incluye el fallar en hace el bien. La confesión y la oración traen el perdón (5,15-16).

En el Nuevo Testamento como un todo, el rasgo decisivo es la comprensión que Jesucristo es vencedor, y que en él y con él ha amanecido la nueva edad. Su victoria es una victoria sobre el pecado, el cual es (1) una realidad que socava la humanidad, y (2) un rechazo a la exigencia de Dios en una autoafirmación humana. La victoria consiste en la acción salvífica mediante la cual el pecado queda perdonado y la vida se construye de nuevo.

Continuaremos…

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